miércoles, 30 de enero de 2013

Curiosidades de Trinidad & Tobago


De las que me entero, en algunos casos, a través de este inquietante juego:





-Sabía que Tobago había sido invadido por los españoles, franceses e ingleses, e incluso que los holandeses andaban por ahí, pero no imaginaba que también fue parte del Ducado de Curlandia (que estaría en lo que hoy es Letonia). Imagino a esas familias curlando-letonas preguntándose qué carajo hacían comiendo coco en el país-sin-nieves.

- Por cierto que lo que hacían muchos europeos era tomar Trinidad como base para partir en busca de El Dorado (tras darse una vuelta por la isla y ver que ahí no estaba). Uno de ellos era Antonio de Berrio, a quien España nombró gobernador y que después fue capturado por el famoso pirata (y Sir) Walter Raleigh ("Gualterio" para los amigos españoles, que ya por entonces destacaban en lenguas). Dice la leyenda (no sé si inventada en una novela por Michael Anthony -el historiador trini, no el cantante gringo) que se fueron juntos a buscar El Dorado, y que nunca nunca más se supo.

- De "Sangre Chiquito" (un lugar en Trinidad) se dice, como de "Sangre Grande" (otro lugar existente), que el nombre procede de tanta sangre caribe que ahí derramaron los españoles. En la fe de erratas dicen luego que eso es mentira y que el agua era roja por no sé qué minerales.

- Si la conexión entre Letonia y Tobago es curiosa, no lo es menos la existente entre Lima (Perú) y Arima (un pueblo en el centro de Trinidad): hoy los descendientes de los indígenas caribes celebran su día sacando de procesión a una mística peruana, Santa Rosa de Lima, que ya me dirán ustedes qué tiene que ver (bueno, sí, una imposición frailuna-española mediante).

- Es más conocida la relación estrechísima entre la India y Trinidad, ya que la mitad de los trinis tienen ascendencia india (traídos por los británicos a trabajar tras la abolición de la esclavitud explícita de africanos). De esta cultura procede el conocido como "Temple by the sea" (basado en una feliz cabezonería: si no me dejáis construirlo sobre tierra, no hay ley que me impida construirlo sobre el mar) y el que, se dice, es el Hanuman más grande construido fuera de la India:





- Y, por último, la misteriosa inscripción en una tumba en Plymouth (Tobago) donde, tras ofrecer los datos principales de la mujer y madre de 23 años recién muerta, se dice: "What was remarkable of her, she was a mother without knowing it, and a wife without letting her husband know it except by her kind indulgence to him" (más o menos: Lo más sorprendente de ella es que fue madre sin saberlo y esposa sin el conocimiento de su marido, salvo por las amables indulgencias hacia él). Qué carajo querrá decir? Se admiten especulaciones...

Jorge Gimeno




  Mejor llegar tarde que nunca, dicen. Lo digo porque, en una simple "googleada", me he dado cuenta de cuántos merecidos "fans" tiene la poesía de Jorge Gimeno. Y yo me uno. Pocas veces he encontrado un poeta español de poesía en movimiento (aunque a veces se echen en falta algunos puntos de referencia), que intensamente vibre, y nosotros con ella, con él. Tiene talento, y algo que decir, y la manera de decirlo para nosotros, hoy. "Palabras en Carnaval", titulaba una reseña de su último libro (La tierra nos agobia). Y aunque solo fuera por ello, a once días del Carnaval del mundo, de Trinidad, me enamoraría perdido, perdida la cabeza: vino.


Está en mi cabeza, está en el mundo

Soy como las iglesias y las mezquitas, no tengo amigos.

Las palomas se acurrucan en el vano de la celosía de piedra.

De noche, insomne, visitó el corazón de la ciudad, una nuez agrietada, con cabezas y talles de hace un siglo.

Hay hombres que no lloran porque tienen medio pulmón y las costillas roídas. Son como un cordero descuartizado por hombres, olvidado y comido por bestias.

(Hay hombres que han olvidado las orejas en la mesilla de un burdel.

Hay mujeres que son pinos.

Hay la costumbre de haber.)


Junto al puente, sé lo que vale mi vida. Sé lo que vale el río. Un arrullo de hierros criminales.

La vela encendida en la ventana le dice algo a la ceja lunar. La vela en la ventana es el gen. También están tus ojos verdes, tus ojos grises, tu belleza de zorro mujer, tu torpeza niña, querible.

La quijada inferior de una vaca es una góndola blanca.

La gente no es más importante que la gente-no, y tampoco menos.

(Ah el susurro palíndromo de las seseras...)


El vino dice la verdad. Ahora soy vino.

El vino es el sol.

El vino y el sol y tú, tres cosas por las que morir. O cuatro.

(El vino tiene su mosca y su mosquito.)


El puente: burbujas flotando en el río que lame el cráneo de la esfera.

Yo no voy, con mis ladrillos, a la gente.

El temor a no ser tú
me hará perder la cabeza,
lo cual es demasiado ser yo.

Y en el cielo se frotan dos vaginas,
quiero decir dos nubes.

martes, 29 de enero de 2013

lunes, 28 de enero de 2013

Fermín Herrero

 Decía William Ospina, en su genial "Por los países de Colombia", que el hecho de escribir como Góngora, o ser el propio Góngora, denota una profunda infelicidad. Es complicado, y muchas veces innecesario, establecer paralelismos entre la obra y la vida de un poeta, pero en este caso hay algo que me impele a estar de acuerdo. Y, siguiendo la misma lógica, uno deduce que Fermín Herrero debe ser bastante feliz, de una felicidad sobria y tranquila (distinta a una felicidad a gritos, y es que, al revés de Tolstoi, pienso que cada uno es feliz a su manera). Y todo esto a raíz de:



 Ya hablé de José María Valverde, y a través de él de Juan de Mairena y, en general, de esa sobriedad humilde que asocio a Castilla ( a Soria, en mi caso, como en el caso de Machado y Fermín). Y quizás de ahí nace mi gusto por los poemas de amor desenamorados, por así llamarlos, aquellos que ni prometen ni celebran gran cosa, y que por eso te llenan, porque son de verdad. Recuerdo alguno de Gil de Biedma en este sentido, y también recuerdo la "Canción para ligar (o para que no me dejes)" de Los Planetas, pero ahora es momento de escuchar a Fermín Herrero:

   Hemos venido, estamos. Nada más, nada
   menos. Hemos subido a la sierra, me miras
   mientras sonríes, descansamos. Cuánto
   tiempo, Dios mío, cuánto tiempo juntos
   y hasta ahora felices, al menos, dentro
   de lo que cabe. Y lo hecho, hecho
   está. Es cierto que vamos para viejos
   y que han sido pequeñas nuestras vidas, siempre
   tan sosas, siempre tan pequeñas. Que en tus brazos
   no se me caiga el mundo encima, que no me faltes.

 Aunque en realidad lo que más me gusta de este libro es el ritmo, un ritmo pausado, como de quien camina despacio y se para a contemplar, un ritmo conseguido a través de unas pausas muy medidas y, sobre todo, de unos encabalgamientos geniales.

 Para contrastar, el propio Fermín leyendo uno de sus poemas:



 Y una pregunta: ¿hasta qué punto el blanco que separa un verso de otro, un efecto que sólo de forma artificial podría conseguirse al recitarlo, hasta qué punto ese movimiento sacádico de los ojos afecta a la manera de sentir un poema? Yo diría, contra la oralidad, que mucho, y que más cuanto mayor sea el prosaísmo del poema.

viernes, 25 de enero de 2013

Canción de Emergencia




 Fue por la crisis argentina, pero perfectamente aplicable a la española. Sólo cambien a Cavallo por Rato, a Menem por Rajoy y a Alfonsín por Zapatero. Y voilà!

domingo, 20 de enero de 2013

"El pajarillo" PUM

 De resaca ando y leyendo estoy, poesía clásica y habitualmente soporífera hasta que llega algún gracioso tipo Quevedo a alegrarnos la ausencia de ron. De quien no lo esperaba era de Esteban Manuel de Villegas, al que califican, atención, de "refinado y lindo, delicado y sutil". Y, concretamente, del poema "El pajarillo" se dice que es una "delicada cantilena". Delicada mis cojones, agregaría yo. Y por eso me encanta. Si el lector tiene la (gran, enorme, inmensa) paciencia de llegar al final del poema se verá ampliamente recompensado en los últimos dos versos: me declaro desde ya fan del "rústico", de ese encabalgamiento, esas erres y esa campesina sentencia a muerte de la cursilería:
Yo vi sobre un tomillo
Quejarse un pajarillo,
Viendo su nido amado,
De quien era caudillo,
De un labrador robado.
Vile tan congojado
Por tal atrevimiento
Dar mil quejas al viento,
Para que al cielo santo
Lleve su tierno llanto,
Lleve su triste acento.
Ya con triste armonía,
Esforzando el intento,
Mil quejas repetía;
Ya cansado callaba,
Y al nuevo sentimiento
Ya sonoro volvía.
Ya circular volaba,
Ya rastrero corría,
Ya pues de rama en rama
Al rústico seguía;
Y saltando en la grama,
Parece que decía:
«Dame, rústico fiero,
Mi dulce compañía»;
Y que le respondía
El rústico: «No quiero.»

 
  Resistirme no puedo a dar mi propia versión de los hechos:

Ya circular volaba,
Ya rastrero corría,
Ya pues de rama en rama
Al rústico seguía;
Y saltando en la grama,
Parece que decía:
«Dame, rústico fiero,
Mi dulce compañía»;
Y que le respondía
El rústico: «Pues no me sale de los huevos.»

"Estado de emergencia". Del capítulo I: "Del lado de aquí" (España)



Transición

Rebajas para dormir a los muertos. O perdonarles. Mejor
Seguir. Seguir comprando: crucifijos, guillotinas, sillas eléctricas. Pon
Un garrote vil en tu vida. Díselo con un fusilamiento. Eso era
Antes. Ahora: camas, cunas, cunetas. Ya se sabe: Unos ganan
Y otros mueren. El fútbol es así. No hay rival. Y otros
Presiden. Intento hablar del tiempo. Son las doce
Y es un día soleado en Madrid. Nada
Que objetar. Unos compran y otros venden. Son anuncios
Y son letras: OTAN, PSOE, ERE, ERTE,
SOS, UE, OVNI, RIP: Aquí paz. Y luego Gloria Fuertes.
Nada que moleste. Y cómo pasa el tiempo. Son las doce
Y es un día soleado en la Corte de Madrid. Unos venden
Y otros compran. Y otros pagan la hipoteca. Un lugar donde caerse
Muerto. Eso dicen. También: Estás para comerte. Yo sería
El guardián de tus sueños. La vida. No hay nada
Que objetar. Hoy empieza la Eurocopa. Son las doce. Y por qué
Habláis todavía de aquella guerra. España
Va ganando por un gol contra Alemania. Mi abuelo
Está bajo el sol de Benidorm. Mi abuela usa teléfono móvil.
Y vosotros sois más rojos que Matusalén.

sábado, 19 de enero de 2013

viernes, 18 de enero de 2013

Contra la triste poesía. Y sobre Joaquín Bartrina.

 Estas navidades me ha estado sonando en la cabeza un villancico:

 "Pero mira cómo lloran los poetas en España / Pero mira cómo lloran al escribir sus versos"

  Y, así, los recitales de poesía:


 Lo testimonia Vital Aza:

         No hubo desgracia ni duelo
        que en verso no describiera...
        ¡Si estaba pidiendo al cielo
        que la gente se muriera!

 Siempre es más fácil la desgracia que la alegría, más fácil llorar que reír. No, Tolstoi, no, no todas las familias o las personas felices se parecen, a mí me parece que cada una lo es a su manera. Lo que pasa es que la tristeza, supongo que por influencia católica, ha tenido desde hace tiempo mucha mejor reputación, como si fuera más profunda o trascendente. Y, desde luego, más respetable.

 Todos conocemos personas que tienen miedo, e incluso pánico, a ser felices. Inventan cualquier excusa para estar preocupadas y exhibir su desgracia, como decía en sus versos Vital Aza. Y he aquí un componente importante del conservadurismo inmovilista, de la falta de riesgo. Y esto pasa en poesía también. La mayoría de los poetas, incluso jóvenes, de entre los que he leído, eligen lo fácil e intrascendente, lo "bien hecho", una poesía triste desde su nacimiento, le falta el riesgo, la pasión. Lo que sería más entendible (sólo digo que entendible) a la hora de buscar trabajo o pareja, pongamos por caso, pero que me resulta incomprensible en una actividad basada en el juego y de la que, por así decirlo, no depende nuestra estabilidad ni financiera ni emocional (me parece tan detestable quien escribiera por dinero como quien lo hiciera creyéndose llevado de una misión divina, romántica).

 Esto no quiere decir que toda la poesía valiente vaya a ser perdurable, pero sí creo que toda la poesía perdurable nace del riesgo. Un repaso a los grandes hitos de la poesía moderna lo demostraría, desde Baudelaire hasta Nicanor Parra. Y, lo que es más, opino que incluso los que no lograron tan alto nivel poético, pero realmente arriesgaron, merecen más nuestra lectura que aquellos que escribieron en esa misma época versos perfectos y mediocres. Ya hablé de un ejemplo mexicano: defiendo a Margarito Ledesma frente a Amado Nervo. Y ahora pondré un ejemplo español: la poesía de la segunda mitad del siglo XIX (recuerdo haber leído, u hojeado, el libro enciclopédico de Cossío) me parece especialmente aburrida, y poco merecedora de relecturas (hablo de Núñez de Arce y cia.). Sin embargo, hay al menos un poeta realmente diferente que sí merece nuestra atención: Joaquín Bartrina.

 Ignoro si Bartrina, como Fernández Mallo más de un siglo después, creía que era posible hacer poesía "seria" con elementos nuevos prestados de la ciencia. Pero el resultado, en todo caso, es claramente humorístico, lo que en absoluto va en contra de su valoración, al menos de la mía. Y quizás, se me ocurre, sea humorístico porque toda la poesía que quiere salirse de las convenciones vigentes crea un choque con lo esperado, y sabemos que ese choque está en el origen del chiste. En todo caso, nos quedaron una serie de poemas interesantes, que me parece necesario recordar, como este "Madrigal futuro":

Juan, cabeza sin fósforo, con Juana
paseaba una mañana
(24 Reamur, Viento NE.,
cielo con cirrus) por un campo agreste.
Iban los dos mamíferos hablando,
cuando Juan se inclinó, con el deseo
de ofrecer a su amada, suspirando,
un ‘Dyanthus Cariophyllus’ de Linneo.
La hembra aceptó, y a su emoción nerviosa
en su cardias la diástole y la sístole
se hizo más presurosa,
los vasos capilares de las facies
también se dilataron
y al punto las membranas de su cutis
sonrosado color transparentaron.

jueves, 17 de enero de 2013

Raúl Gómez Jattin

 Parece contradictorio, pero es cierto que en algunas partes hay un poeta maldito-oficial. Debe ser algo así como el "tonto del pueblo", para entendernos, a quien todos señalan cuando preguntas por alguien que escriba de una forma distinta (distinta a los versos "perfectamente mediocres", como decía Miguel Labordeta). Alguien que quizás no ha buscado, ni encontrado, la cómoda perfección. Y en Colombia ese alguien es este señor:


  Me habían contado algo de su vida, loco oficial, vagabundo por Cartagena, etc., lo que para algunos parece ser un certificado de radicalidad y diferencia. Y acaso, sólo acaso, lo sea en cuestiones vitales, pero estas cuestiones, sabemos, no tienen una relación directa con el estilo literario. O quizás sí, lo que nos llevaría a juicios morales más arduos, así que quedémonos en lo estético. Y en lo estético, hay que decirlo, Raúl Gómez Jattin es un profundo conservador (a excepción, quizás, del "Libro de la locura"). Y lo es por ese tono contenido de nostalgia y, peor todavía, por la pose de romántico que adopta. La verdad, me ha parecido bastante aburrido y poco motivador. Aunque, eso sí, de cuando en cuando saltaba alguna perla:

- "Porque no soy bueno de una manera conocida"

- "Como todos nosotros fuma para matar las manos"

- "Y pasaron hombres por su vida / Como un tren por encima de un tierno animal" (aunque hubiera preferido "vagones" en el lugar de "un tren")

- "Has sido amado muchas veces / Todas las que has querido"

- "Su fiera manera de agarrar / La noche entre sus manos y volverla amanecer"

- "Sus sentimientos más leves que las alas de las garzas  / Pero fuertes como su vuelo"

- "No te amo demasiado pero te necesito más que al poema"


 Y, sobre todo, los poemas sobre "culear" ("follar" en España), más que nada por, como titula un poema, "la gran metafísica del amor", que empieza con "es hermosísimo ver a un amigo culear" y termina, en otro poema, con ese tono tan whitmaniano (y, a través de él, tan Manuel Vilas) en unos versos epilíricos que rezan:

 "Todo ese sexo limpio y puro como el amor
  entre el mundo y sí mismo  Ese culear con
  todo lo hermosamente penetrable  Ese metérselo
  hasta a una mata de plátano  Lo hace a uno
  Gran culeador del universo todo culeado (...)"

martes, 15 de enero de 2013

José María Valverde


 Amo a José María Valverde, su sabia humildad, su lucha desde abajo, a lo Juan de Mairena. Lo amo como el lector de enciclopedias que soy (su Historia de la Literatura Universal), pero sobre todo por su forma tan honesta, sencilla y humilde de contarnos las cosas ("Vida y muerte de las ideas"). Y es, curiosamente, famoso también por su traducción del Ulises de Joyce, pero es que, como él mismo explica, el trabajo con el significante (frente a los significados "altos" y "profundos"), con el "cuerpo" de las palabras (frente al alma tan pura...), es quizás el más digno, por humilde. Y, en todo caso, lo que más amo en él es su reconocimiento de nuestra imperfección como humanos, y su forma de asumirlo como punto de partida. Todo lo contrario de las tendencias formalizadoras (incluyendo en la rama donde trabajo, educación) que, al luchar contra la "imperfección" del lenguaje (y, por tanto, de la forma de comunicación que es la poesía), están pretendiendo negar el hecho de que el hombre es un ser limitado y concreto, están negando al hombre real, de la calle. Lo cual, por supuesto, tiene consecuencias políticas:

"Estar del lado de la palabra es estar del lado de los pobres, de lo "pobre", de lo concreto y lo de todos, y es estar contra el depotismo "de arriba", cuyo arquetipo está en el idealismo del aristocrata Platón" (JMV).

 Y todo esto porque he encontrado unos versos suyos (el poema creo que se llama "Vida es esperanza") que me han entusiasmado:

Nuestra gente habla y dice: «trabajo», «mañana», «pues claro»,
«los chicos», «es tarde», «el jornal», «un café», «no se puede»;
no hay ni cultura europea ni estirpe latina en sus bocas,
sólo el escueto ademán del que afianza la carga en los hombros.
El que es siervo no habla español, ni habla inglés, ni habla nada;
su palabra es la mano de un náufrago que se agarra a las olas,
y las cosas le pesan y embisten sin volverse lenguaje (...).

 Por eso, señores, si existe una literatura de izquierdas, esta será la que no olvida nunca su condición de palabras, en lugar de ocultar su materialidad para que no se revele que ese traje de "grandeza" y "profundidad" que le gusta exhibir es tan sólo una unión de miles de humildes hebras, y que de ahí la maravilla.