miércoles, 20 de febrero de 2013

Para qué leer




  A raíz del artículo de Iván Thais sobre “¿Para qué leer?” (http://blogs.elpais.com/vano-oficio/2013/02/porfrank-zaatar-h.html), me surge la necesidad de replantear uno de sus argumentos más destacados, hoy en día aceptado incluso entre los propios escritores, y es la creencia de que leer no te hace mejor persona, lo que el autor ejemplifica en la imagen de Hitler leyendo a Hamsum.

   Habría que empezar yendo al origen de esta afirmación, que uno encuentra relacionada con el final de los grandes relatos y, particularmente, del relato sobre el progreso continuo y lineal. Y aquí vendría la famosa sentencia de Adorno sobre que no se puede escribir poesía después de Auschwitz e, incluso, que los campos de concentración son el punto de llegada de la cultura occidental, siendo el origen la razón ilustrada. También se suele decir que el nazismo surgió en el que entonces era el pueblo más culto de Europa; aunque precisamente los nazis se distinguieron por su persecución contra la cultura, demostrando así su potencial peligro (el de los nazis y el de la cultura). La ideología dominante hoy en día ni siquiera tiene que esforzarse en buscar un mechero.

   Por otro lado, también se ha producido una suerte de “venganza” contra la relación entre elitismo y cultura. Ciertamente, la lectura fue durante siglos un terreno vedado para unos pocos privilegiados, que muchas veces exhibían sus conocimientos como signo de distinción, de que, en definitiva, eran mejores que aquellos a quienes sometían. Es verdad que esta relación todavía es muy palpable (ahí están los “Corte Inglés” con librería en la planta baja), pero de alguna manera creo que, al menos en los países del llamado “primer mundo”, esta situación ha cambiado tanto que incluso, en ocasiones, puede hablarse de una inversión de valores, puesto que muchas celebridades parecen jactarse de su incultura y, en general, el esfuerzo que supone leer ya no es “cool” (ni económicamente productivo, que es la piedra de toque de la ideología burguesa hoy dominante). En todo caso, este anti-elitismo mal entendido ha llegado al punto de que mucha gente que roza el analfabetismo funcional te afirme convencido que tu opinión sobre la calidad literaria de Dan Brown o de Paulo Coelho no es superior a la suya.

   Es obvio que la opinión sobre la calidad literaria de un libro es superior en un lector experto, pero también es cierto que esto no le da una autoridad moral superior. En definitiva, hay que reconocer que uno no es mejor persona por leer. Lo que no significa que leer tenga el mismo efecto que hacer sudokus. Entonces, ¿en qué consiste el efecto de la lectura? Yo diría que leer no te hace mejor persona, pero sí te permite profundizar en diversas formas de sentir, entender y expresar. Otro asunto es qué sentimientos o creencias quieras explotar: uno puede estar abierto a la complejidad del mundo y de las personas, y leer literatura de verdad, o puede preferir encerrarse en simplismos tranquilizadores, y leer “bestsellers”; igualmente, un Hitler encontrará libros para profundizar su odio, mientras que otra persona puede buscar lecturas que incrementen su interés por lo diverso. De todos modos, la cuestión no es tan sencilla: en última instancia, un mismo libro (digamos, por ejemplo, el Zaratustra de Nietzsche) puede tener interpretaciones (y, por tanto, usos) muy dispares.

   Yo diría que la utilidad de la literatura se asemeja a la utilidad de la ciencia (que nadie discute, como no se discute lo que puede producir dinero). Al igual que la ciencia profundiza en nuestro conocimiento de la naturaleza, pero después son las personas quienes deciden hacia dónde dirigir ese conocimiento (bomba atómica o curación de enfermedades), la literatura profundiza en nuestro conocimiento (entendido también como sensibilidad) de lo humano, pero eso no significa que esa profundización vaya a tener necesariamente consecuencias positivas. Y tampoco significa que no pueda tenerlas.

   Y, al igual que no sería posible decidir parar la ciencia, aunque a veces sea inútil y a veces peligrosa o contraproducente, tampoco podemos parar de leer, del mismo modo que un niño no puede parar su crecimiento. Por mucho que no tengamos claro si es mejor ser adulto que ser niño, lo cierto es que hemos llegado a ser adultos, unos adultos inmersos en un mundo especialmente complejo que, simplemente, no podemos dejar de intentar entender. Y luego, por supuesto, intentar que todo aquello que descubrimos sirva para hacer más felices a las otras personas, que es la mejor manera de hacerse uno mismo feliz.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Versos de poetas colombianos



 Supongo que todos lo hacemos, todos los escasos que leemos poesía, subrayar esos versos que abren la puerta a un mundo o, más bien, que iluminan mejor nuestro mundo. He aquí algunos:

- "y tenía una infantilidad inagotable" (Barba-Jacob)

- "por los bellos países donde el verde es de todos los colores" (Aurelio Arturo)

- "y un ala verde, tímida, levanta toda la llanura" (A. Arturo)

- "¿Por qué impides a la selva entrar a los parques y devorar los caminos de arena...?" (Álvaro Mutis)

- "He tenido el tiempo / En mi boca como un vino" (Jorge Gaitán Durán)

- "Si su silencio se midiera en islas / No habría mar" (Cote Lamus)

- "Su corazón era un albergue / Abierto para una noche" (Mario Rivero)

- "Una valla de tacto" (Héctor Rojas Herazo)

- "Y un niño repetía -hasta volverlo pájaro o sombrero- / El nombre de un país oculto" (Rojas Herazo)

- "De animales que llaman simplemente y se apagan" (Rojas Herazo)

- "Le gusta vivir porque es tonto estar muerto" (Gonzalo Arango, nadaísta)

 Y una última reflexión: ¿cómo es posible que en España conozcamos tantos poetas mediocres, pero paisanos, y apenas tengamos noticia de otros inmensos que están al otro lado del charco? Lo cierto es que España todavía se cree el centro del mundo hispano y, más que ridículo, es insultante que, por ejemplo, se concedan la mitad de los premios Cervantes a españolitos (con casos absolutamente delirantes, como los de García Nieto y Jiménez Lozano).

 Yo mismo: hace tan sólo unos meses podría haber citado docenas de poetas españoles del siglo XX y, sin embargo, apenas tenía noción de la existencia de poetas tan enormes como Luis Carlos López, León de Greiff, Luis Vidales, Aurelio Arturo o Rojas Herazo. Shame on me!

lunes, 4 de febrero de 2013

Lirismo y coherencia

 No tengo idea ni del premiado ni del premio ni apenas del jurado, pero me ha llamado la atención la noticia del I Premio de Poesía "José Zorrilla". Y es que, a juzgar por lo que publican los medios, la obra artística más reciente que ha contemplado el jurado es esta:


 Y es que, cito textualmente, del libro ganador el jurado "ha destacado su lirismo y coherencia". Entiendo que lo destacan como rasgos positivos, y de aquí nace mi estupor. No encuentro ni una sola definición de "lirismo" o de "lírico" en el DRAE que pueda tener alguna relación con la mejor poesía occidental de los últimos cien años, como no sea la relación de ser su opuesto. No sé si se refieren a que los poemas ganadores son apropiados para tocar con una lira, o si, peor aún, será poesía "que promueve una honda compenetración con los sentimientos manifestados por el poeta". Lo mismo para la "coherencia", más apropiada, además de para tocar con una lira, para tratados de lingüística cartesiana.

 Y se acaba de lucir el jurado con la intervención de un académico, el siempre ínclito Luis María Ansón, quien, de nuevo en cita literal, "ha elogiado su excelente adjetivación, sus deslumbrantes metáforas (...) y su profunda melancolía". ¿Quiere esto decir que la melancolía es digna de elogio? ¿O sólo cuándo es profunda? ¿Sería más elogiable si el poeta se dejara morir de tristeza? E, imagino, será digna de desprecio y vituperio la alegría. Es más, de escarnio y de humillación pública, y que sea en forma de bukkake, por favor, si no es ya lo que más te gusta, puto depravado feliz.

Lo imposible


 Veo en las carteleras de Trinidad esta película "española" y, ante su proyección internacional, me surge una inquietud apremiante. Para quien no lo sepa, la peli va de una familia de turistas blanquitos y gringos que, tras llevarse un buen susto en Tailandia por el tsunami que mató a más de doscientas mil personas y destruyó las casas y pueblos de varios millones más en el sudeste asiático, regresan a su dulce hogar en un avión fletado en exclusiva para ellos.

 Y mi pregunta es: ¿tendrán los huevos de proyectar esta película en el sudeste asiático?